ACOMPAÑA A MARÍA

En la hora de la muerte del Señor

*SEÑORA DE LA SOLEDAD, VIRGEN DOLOROSA*

Nuestra Madre está sola y triste por la muerte de su Hijo. Jesús ha sido crucificado por salvarnos a todos nosotros y su madre, María, llora a los pies de la cruz con fe, aceptando la voluntad de Dios, _“Hágase en mí según tu palabra”_.

Esta noche, tras la procesión, la llevaremos sobre nuestros hombros y le acompañaremos de vuelta a San Lorenzo, en silencio y en oración. Su dolor es nuestro dolor. Nuestros corazones doloridos esperarán con Ella la Pascua y la salvación del mundo.

Mientras llega esa hora, podemos fijarnos en Ella. En su serenidad y fortaleza ante el dolor de ver morir a su Hijo, su saber estar en esta situación límite, sin gritos, sin odio, con una mirada cómplice al cielo porque sabe que se ha cumplido _lo que estaba escrito_.

María se convierte desde ese momento en nuestra Madre. _“Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre”_ son las palabras que pronunció Jesús antes de morir. Él nos la donó en aquel momento supremo. Quiso que todo aquello que Él disfrutó, también lo disfrutemos nosotros. Ya no le quedaba nada, salvo Ella, y también supo desprenderse de Ella en favor nuestro pensando en el desamparo que nos quedaría a nosotros sin una madre.

Señora de la Soledad, Virgen Dolorosa de Pamplona, hoy te ofrecemos nuestros hombros y nuestra oración por tus dolores de Madre, por tu ejemplo de abandono a Dios y por tu soledad. Siente cada mirada y cada palabra que te dirijamos como un gesto de compañía en este día en el que tu Hijo es crucificado por todos nosotros, para salvarnos. ¡Queremos ser tus hijos y queremos que seas nuestra Madre!

Encontremos hoy un momento para contemplar a María y acompañarla en su soledad. Abrámosle nuestro corazón y encontremos en Ella el calor de su manto y de su amor.

 

Dios te salve María,

llena eres de gracia,

el Señor es contigo.

Bendita tú entre todas las mujeres

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte.

Amén.

 

Virgen Madre Dolorosa, Señora de la Soledad ¡ruega por nosotros!