SÁBADO SANTO

Día de silencio y recogimiento, día para vivirlo con la Virgen María, con la Dolorosa.

 

El Sábado Santo “es llamado el día del silencio, un grande silencio en toda la tierra, un silencio vivido en el llanto y en el desconcierto de los primeros discípulos, conmocionados por la muerte ignominiosa de Jesús” porque “mientras el Verbo calla, mientras la Vida está en el sepulcro, aquellos que habían esperado en Él son sometidos a dura prueba, se sienten huérfanos, quizá́ también huérfanos de Dios”.

“Este sábado es también el día de María: también ella lo vive en llanto, pero su corazón está lleno de fe, lleno de esperanza, lleno de amor. La Madre había seguido al Hijo a lo largo de la vía dolorosa y se había quedado a los pies de la cruz, con el alma traspasada. Pero cuando todo parece haber terminado, ella vela, vela a la espera manteniendo la esperanza en la promesa de Dios que resucita a los muertos. Así́, en la hora más oscura del mundo, se ha convertido en Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia y signo de la esperanza. Su testimonio y su intercesión nos sostienen cuando el peso de la cruz se vuelve demasiado pesado para nosotros”.

En la noche de ese sábado con los ritos de la Vigilia Pascual “las tinieblas del Sábado Santo irrumpirán la alegría y la luz” y será “el canto festivo del Aleluya”. Se trata del “encuentro en la fe con Cristo resucitado y la alegría pascual se prolongará durante los cincuenta días que seguirán, hasta la venida del Espíritu Santo”.

“¡Aquel que había sido crucificado ha resucitado! Todas las preguntas y las incertidumbres, las vacilaciones y los miedos son disipados por esta revelación. El Resucitado nos da la certeza de que el bien triunfa siempre sobre el mal, que la vida vence siempre a la muerte y nuestro final no es bajar cada vez más abajo, de tristeza en tristeza, sino subir a lo alto. El Resucitado es la confirmación de que Jesús tiene razón en todo: en el prometernos la vida más allá́ de la muerte y el perdón más allá́ de los pecados”.

Este año también viviremos las celebraciones pascuales “en el contexto de la pandemia”, “y las muchas situaciones de sufrimiento, especialmente cuando quienes las sufren son personas, familias y poblaciones ya probadas por la pobreza, calamidades y conflictos, la Cruz de Cristo es como un faro que indica el puerto a las naves todavía en el mar tempestuoso”.

“La Cruz de Cristo es el signo de la esperanza que no decepciona; y nos dice que ni siquiera una lagrima, ni siquiera un lamento se pierden en el diseño de salvación de Dios. Pidamos al Señor que nos de la gracia de servir, de reconocer este Señor y no dejarnos pagar para olvidarlo”.

 

Puedes consultar también este enlace sobre el Sábado Santo https://www.aciprensa.com/recursos/sabado-santo-2000

 

Virgen Dolorosa, ¡ruega por nosotros!

Ten valor y confía en Dios.